Todos los centros educativos tienen un planteamiento implícito o explícito sobre la forma de gestionar los asuntos relacionados con la convivencia cotidiana. En todos se producen diariamente millones de interacciones entre todas las personas que componen la comunidad educativa, algunas hacen referencia al aprendizaje que se produce en el aula y muchas más transcurren ajenas a dicho aprendizaje.
La gestión de un centro educativo puede situarse de diferentes formas ante la calidad de la convivencia en el centro, si simplificamos con ánimo de crear varias categorías podríamos distinguir tres modelos:
1. Los centros educativos que no están interesados en reflexionar sobre la convivencia y no hacen nada explícito por abordarla. Para estos centros la convivencia es algo que sencillamente no interesa.
2. Los centros que están interesados en el control de la parte de la convivencia que impide el aprendizaje en el aula. Suelen centrarse en la disciplina mediante normas que sancionan las conductas que no facilitan el aprendizaje del contenido curricular en el aula.
3. Los centros que sitúan la convivencia como un contenido de aprendizaje y que la gestionan contando con el papel activo del alumnado y del profesorado desde una perspectiva preventiva y de intervención ante los conflictos.
En este blog queremos compartir cualquier cuestión relacionada con este enfoque de la convivencia, ya que nuestra experiencia en el instituto gira en torno a esta forma de enfocarla.
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