La convivencia en un centro educativo transita de forma continua por cuatro fases o etapas, que a su vez constituyen cuatro puertas de entrada para los centros que desean incorporarse a este modelo de gestión.
1. Las normas de convivencia. Dotarnos de unas normas fruto de la participación de la comunidad educativa aumenta de forma significativa el compromiso con su cumplimiento, pero además ofrece una oportunidad inmejorable para mejorar la calidad del aprendizaje moral del alumnado.
2. Los protocolos de intervención. También debemos dotarnos de numerosas medidas para abordar los incumplimientos de las normas. Estas medidas también pueden ser pensadas por el alumnado y el profesorado, y podemos hacer de ellas contenido de aprendizaje para el alumnado.
3. La observación de la calidad de la convivencia. Un observatorio activo de la calidad de las convivencia nos permite involucrar al alumnado en la mejora del ambiente escolar y en el despliegue de medidas proactivas para evitar que ciertos situaciones contrarias a la convivencia se enquisten.
4. Establecimiento de planes preventivos. El profesorado y el alumnado pueden participar en el diseño y la puesta en marcha de planes preventivos para dotar al alumnado de numerosos recursos y competencias necesarias para establecer relaciones saludables con sus iguales y con los adultos.
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